Grupo DirCom

19/2/09

Candidatos de la era Facebook

Julio Cobos ya no está tan solo. El silencioso clamor digital lo convirtió en una estrella de Facebook, una de las redes sociales más exitosas del mundo. Más de 6.000 personas ya lo agregaron como “amigo”, convirtiéndolo en el político argentino más popular detrás del líder ruralista Alfredo De Angeli, que tiene más de 13.000 seguidores. Desde su perfil, el vicepresidente de la Nación intenta recomponer la vida política que el Gobierno le niega después de esa madrugada “no positiva”, y de paso sigue mostrándose en contra de las retenciones. “Resulta necesario suspender las retenciones y liberar las exportaciones de carne”, escribió en un post. Y subió un nuevo video en el que aparece parado junto a una bandera argentina y a un banner de su fundación, mientras dice: “Quiero agradecer la cantidad de amigos e invitarlos a seguir sumando gente, conocidos, que estén interesados por discutir las políticas públicas”.

El 14 de febrero de 2009 a las 9:16, Sebastián le escribió: “Recuerdo con exactitud la noche en que dijiste: ‘Mi voto no es positivo’. Fue una gran alegría para los que piensan... Espero que sigas siendo como sos, un hombre de valor y justicia, y que algún día ‘descorones’ a la actual presidenta y su cartera”. Fernando Castro, en cambio, le pregunta: “¿Su conciencia (si tiene) lo deja dormir por las noches sabiendo que perjudicó a tanta gente?”. Aunque 6.000 “amigos” o contactos sigue siendo una cifra exigua en política e incluso en la Red (¡el grupo de Facebook “Lo banco a muerte a Sergio Lapegüe” tiene similar cantidad de miembros!), el Vicepresidente se siente más acompañado.

El desembarco de los políticos en redes sociales como Facebook o Twitter tiene un propósito muy claro: generar lazos comunitarios con ciudadanos a los que de otra forma jamás llegarían, gente que de vez en cuando está dispuesta a hacer sonar una cacerola y no vacila en unirse a grupos de Facebook con consignas tales como “Yo también odio a Cristina K” o “Malditos parquímetros”, pero jamás iría a un acto partidario. Gente que, por lo general, cuando encuentra un político en la televisión cambia de canal y que, de pronto, con Internet volvió a estar a sólo un click de distancia de una nueva forma de compromiso.

“A partir de la comunicación, no sólo se transmite un mensaje, sino que se gestiona el canal de comunicación y se genera un vínculo”, argumenta Juan José Larrea, asesor de comunicación externa de Cobos.

Para el analista político Franco Rinaldi, una de las ventajas de plataformas como Facebook en términos de proselitismo es su bajísimo costo, en contraposición con las campañas tradicionales y los millones que requieren. Además, dice, tienen la función de servir para recaudar apoyo financiero y reunir gente que es “militante siglo XXI”: aquella “que desde la computadora realiza acciones, y que sólo va a ir a una marcha o a fiscalizar el día de la elección”.

De hecho, la gran revolución de la campaña de Obama fue que la mayor parte del apoyo financiero lo consiguió a través de las donaciones que muchos ciudadanos hicieron por Internet, sumando de a cinco dólares en muchos casos. Facebook resultó crucial en ese sentido. Obama gastó medio millón de dólares en anuncios en esa red social, y logró acumular cerca de dos millones y medio de “amigos”, una cifra cuatro veces superior a la de su rival John McCain.

El legislador porteño Diego Kravetz, del Frente para la Victoria, fue uno de los primeros políticos con Facebook y ahora es uno de los pocos con Twitter. “Te permite tener un diálogo muy personalizado con la gente. Se olvidan de que uno es legislador y te tratan como a un amigo”, dice.

“A los políticos argentinos les falta darse cuenta de que la fuerza de las redes sociales está en crear lazos y no en la publicidad. No se trata simplemente de subir videos con la inauguración de un comedor”, advierte Pablo Capurro, experto en marketing político digital. Capurro afirma que reunir a los usuarios en grupos para que aporten ideas, críticas y armar mini-comités de campañas es un escenario que, por ahora, los políticos argentinos no están dispuestos a generar. “Ésa fue otra de las claves de la campaña de Obama”, sostiene el licenciado en comunicación. De hecho, Washington acaba de lanzar una aplicación en Internet para que la gente discuta proyectos de ley sobre plataformas como Wikipedia.

En la Argentina, Irina Fernández y Eduardo Bates desarrollaron una experiencia parecida cuando, el 10 de diciembre de 2005, pusieron online el sitio Diario de Gestión, en el que los legisladores nacionales, porteños y provinciales tienen sus propios blogs y los actualizan con los proyectos de ley que presentaron o están desarrollando, los comparten con la gente y reciben comentarios.

Pero la pregunta es si Facebook ya es termómetro de algo en la Argentina. ¿Que De Angeli sea la figura con más seguidores lo convierte en el político con mayor proyección? ¿Más incluso que Cristina Kirchner? “Todavía no”, analiza Artemio López, director de la Consultora Equis. “La generación de políticos actuales y los que vendrán en la elección de 2011 serán los últimos no integrados a la movida digital. Recién a partir de 2015, una década más tarde que en EE. UU., la Argentina va a incorporar las redes sociales como modalidad de relacionamiento esencial entre políticos y ciudadanos”. La limitación no es sólo cultural. Mientras que en EE. UU. el 71 por ciento de la población tiene acceso a Internet, la penetración de la red en nuestro país ronda el 40 por ciento.

¿Delinean, las redes sociales, un nuevo perfil de militante político? Para Capurro lo que cambia no es la forma de militancia sino que se crea una nueva: la militancia digital. Un concepto que empezó a sonar con Obama. “En la Argentina es algo muy verde, porque los políticos no la fomentan”, sostiene. “Por el momento, se ve a alguna que otra personalidad que empieza a tener presencia, como Cobos, que es estrella porque se hizo famoso, está bien visto y es cool ser su ‘amigo’ en Facebook. Pero no es que haya estado haciendo un trabajo muy fino”.

Para López, la brecha digital entre ricos y pobres relativiza la posibilidad de que la comunicación online se convierta en el principal canal de comunicación. Según una encuesta reciente de TNS Gallup, seis de cada 10 menores de 24 años de nivel socioeconómico alto usan la computadora cotidianamente en la Argentina, pero sólo el 11 por ciento en los niveles sociales bajos. Pero para Federico Rey Lennon, profesor de Comunicación Política en la UCA, eso es cuestión de tiempo. “Facebook sirve para llegar a los jóvenes de clase media urbana. Si uno quiere llegar a los pobres del Conurbano, que son los que definen una elección, posiblemente Facebook no sirva. Pero la tecnología se va a ir abaratando”.

En todo caso, resulta gráfico que Eduardo Duhalde, el gran caudillo bonaerense, a pesar de contar con la fidelidad de los intendentes del Conurbano y todavía pisar fuerte dentro del PJ, tiene sólo 35 seguidores virtuales en Facebook. Es que en la provincia la política suele pasar por los punteros y las unidades básicas, y la única red social con peso parece ser el “aparato”.

Mauricio Macri, que en los últimos días hizo estragos en YouTube con su imitación de Freddie Mercury, es otro político con un perfil digital muy activo. En sus últimas actualizaciones, subió un video saludando a sus seguidores de Facebook, otro recorriendo Flores, y otro más inaugurando una sala de guardia en Villa Lugano. Además, decidió abrir un poco su corazón como para alejarse de su imagen de político con camisa Polo que pasea por las villas como un astronauta por la Luna.

Ahora, en su perfil cuenta, por ejemplo, que su música preferida es la de Andrés Calamaro, Los Piojos, The Police, Queen, y que las películas que más lo conmovieron fueron “El Hijo de la Novia”, “El Placard” y “Gladiador”. Dentro de sus libros favoritos, el Jefe de gobierno menciona “Rayuela”, de Julio Cortázar, además de una biografía de Ghandi y “Esta noche, la libertad”, de Dominique Lapierre y Larry Collins, sobre la caída del imperio británico en India, en 1947. “Feliz Cumple!! Que tus sueños y deseos, se hagan realidad. Te deseo lo mejor para este año y mucha fuerza!!”, lo saludó María del Pilar Benítez en el “muro”, el espacio público de Facebook donde se escriben mensajes. Claudio, en cambio, se queja y lo critica: “Mauricio, no rompas más calles si no las arreglás rápido. Muy mal por juntarte con los rufianes peronistas. Lo siento pero cuando veas reflejado en votos este (mal) paso que diste, tendrás una desagradabilísima sorpresa. Además, cantás ultradesafinado, pero eso se te perdona”. Macri tiene 3.835 seguidores, y es uno de los políticos que manejan activamente la presencia en la web 2.0, colgando sus fotos en Flickr, subiendo videos y actualizando online su gestión.

El filósofo Alejandro Rozitchner, asesor en comunicación de Macri, sostiene que los contemporáneos somos pioneros en Internet. Y que estas aplicaciones naturales van a desarrollarse hasta formas que hoy ni intuimos. “Con la página de Mauricio en Facebook se está generando una comunidad en la que no sólo hay partidarios, hay intercambios que empiezan a plantearse que superan completamente las formas tradicionales de la política. Internet es sensacional, no un medio de comunicación, sino el instrumento de una transformación del mundo positiva, tal como la que llevaron a cabo Los Beatles décadas atrás. La asociación no es irrelevante: estamos hablando de permitir la evolución cultural de una sociedad”, se entusiasma.

Francisco De Narváez es una excepción digital. Convencido de que todavía tiene todo por construir, tiene web oficial y presencia en Facebook, Twitter, Sónico, su propio canal en YouTube y un publicitado “mapa de la inseguridad”, basado en Google Maps, donde se puede reportar cualquier delito en la Provincia de Buenos Aires. Cada día, De Narváez sube artículos periodísticos sobre temas que le interesan y, en sus sitios web preferidos, puso el de Lula da Silva y el de la empresa Adidas.

“Lilita” Carrió y Cristina Kirchner también tienen perfiles propios de Facebook, aunque están menos personalizados. En ninguno de los dos el usuario siente que ellas están del otro lado de la pantalla, una de las fallas que advierte Capurro, porque evita el contacto directo. Desde la Coalición Cívica, igualmente, se encargan de que Carrió esté bien conectada, y en la web del partido hay links a su perfil y a los grupos que la apoyan, como “Jóvenes que bancamos a Lilita” o un foro que se pregunta desde el nombre “¿No le convendría a Carrió postularse para algún puesto ejecutivo desde donde pueda mostrar capacidad de gestión?”. La discusión está abierta.
En Santa Fe, el Facebook de Hermes Binner tiene apenas 287 simpatizantes, y Carlos Reutemann, posible candidato presidencial en 2011, figura sólo como “piloto de Fórmula 1” y tiene 450 fans. En un video colgado a comienzos de mes, Reutemann agradece el esfuerzo de sus simpatizantes y los convoca a agregar “datos” (¿?), “porque mientras más datos sumen a la página, mejor”. Otras veces, es difícil saber si el creador de la página es el propio candidato. Hay, por ejemplo, una de Felipe Solá con 124 simpatizantes, con fotos, videos y feedback con los usuarios. Pero en el entorno del bonaerense aseguran que no es oficial y que el Facebook “verdadero” recién será largado en las próximas semanas.

Salvo excepciones, los políticos argentinos le dan a Facebook un uso publicitario. Y no quieren o no saben bien cómo fomentar el diálogo, más allá de saludar en el muro. “Muchos abren cuentas de Facebook o Twitter o blogs mientras son candidatos, y después las abandonan”, se queja Bates. Y el potencial sigue siendo enorme. “Facebook maximiza la participación”, asegura Rinaldi. En ese sentido, la militancia se convierte en una forma virtual de hacer política y solamente se vuelve movilizadora o convencionalmente “participativa” cuando hay que fiscalizar una elección.
Después todos somos amigos, pero sólo en Facebook.

Por Juan Morris
Fuente: Revista NewsWeek

Etiquetas: , ,

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal